Erase una vez, dos, tres y cuarenta y cinco más, que optaba por deambular en las calles en busca de una vida. Me tope con un alma suicida que conmovió mi desdichada presencia con un dulce canto silencioso. Bailó largo rato frente a mis ojos, y dijo adiós antes de que se le fuera la vida. Nadie me cree todavía, que ese pobre imbécil que danzaba sin compasión alguna de mi lujuria despavorida era mi propia esencia, que alguna vez creí perdida.
Estuve ausente durante un tiempo, luego de aquel episodio macabro. Es mentira de lo que hablo, pero es muy cierto lo que hoy escribo. Y no juzguen mi caligrafía porque nos va a ir mal. Demasiado incoherente ya es estar mirando el cielo intentando hallar soledad.
Todo es parte de todo, y nada es parte del todo también. Pobre nada que poca participación tiene en mis redacciones infértiles.
{me colgué porqe le tenía miedo a la pc pero ahora nos amigamos}
te extraño crishhhh! beso.
